|
SS El Papa Francisco en la celebración del Domingo de Ramos inicio de la Semana Santa 2016. |
VATICANO, 20 Mar. 16 / 07:08 am (ACI).- En la homilía del Domingo de Ramos, el Papa
Francisco ofreció un consejo para seguir el camino de Jesús: la humildad y la
renunciar al egoísmo, el poder y la fama.
“El camino del servicio, de la
donación, del olvido de uno mismo. Podemos aprender este camino deteniéndonos
en estos días a mirar el Crucifijo, la ‘cátedra de Dios’, para aprender el amor
humilde, que salva y da la vida,
para renunciar al egoísmo, a la búsqueda del poder y de la fama”.
“Estamos atraídos por las miles vanas
ilusiones del aparentar, olvidándonos de que el hombre vale más por lo que es
que por lo que tiene; con su humillación, Jesús nos invita a purificar nuestra
vida.Volvamos a él la mirada, pidamos la gracia de entender algo de su
anonadación por nosotros; reconozcámoslo Señor de nuestra vida y respondamos a
su amor infinito con un poco de amor concreto”, concluyó.
Al inicio de la homilía, el Pontífice
afirmó que “hemos hecho nuestro aquel entusiasmo, agitando las palmas y los
ramos de olivo hemos expresado la alabanza y el gozo, el deseo de recibir a
Jesús que viene a nosotros”.
“Del mismo modo que entró en Jerusalén,
desea también entrar en nuestras ciudades y en nuestras vidas. Así como lo ha
hecho en el Evangelio, cabalgando sobre un simple pollino, viene a nosotros
humildemente, pero viene «’en el nombre del Señor’: con el poder de su amor
divino perdona nuestros pecados y nos reconcilia con el Padre y con nosotros mismos”.
Francisco aseguró que en aquel entonces
“nada pudo detener el entusiasmo por la entrada de Jesús” y pidió “que
nada nos impida encontrar en él la fuente de nuestra alegría, de la alegría
auténtica, que permanece y da paz; porque sólo Jesús nos salva de los lazos del
pecado, de la muerte, del miedo y de la tristeza”.
“Sin embargo, la Liturgia de hoy nos
enseña que el Señor no nos ha salvado con una entrada triunfal o mediante
milagros poderosos”, señaló a continuación.
A su vez, Francisco recordó que “Jesús
se despojó de sí mismo: renunció a la gloria de Hijo de Dios y se convirtió en
Hijo del hombre, para ser en todo solidario con nosotros pecadores, él que no
conoce el pecado”. Pero “no solamente esto: ha vivido entre nosotros en una
condición de esclavo”.
Así pues, “nos ha enseñado con el
ejemplo que nosotros tenemos necesidad de ser alcanzados por su amor, que se
vuelca sobre nosotros; no puede ser de otra manera, no podemos amar sin
dejarnos amar antes por él, sin experimentar su sorprendente ternura y sin
aceptar que el amor verdadero consiste en el servicio concreto”.
“Humillado en el espíritu con burlas,
insultos y salivazos; sufre en el cuerpo violencias atroces, los golpes, los
latigazos y la corona de espinas desfiguran su aspecto haciéndolo irreconocible.
Sufre también la infamia y la condena inicua de las autoridades, religiosas y
políticas: es hecho pecado y reconocido injusto”.
El Obispo de Roma aseguró también que
Jesús, “para ser en todo solidario con nosotros, experimenta también en la cruz el misterioso
abandono del Padre”.
“Pienso en tanta gente, tantos
marginados, tantos refugiados, tantos prófugos… tantos que no quieren asumir la
responsabilidad de su destino”, agregó.
“Suspendido en el patíbulo, además del
escarnio, afronta también la última tentación: la provocación a bajar de la
cruz, a vencer el mal con la fuerza, y a mostrar el rostro de un Dios
potente e invencible. Jesús en cambio, precisamente aquí, en el culmen del anonadamiento,
revela el rostro auténtico de Dios, que es misericordia”.
Por tanto, “si el misterio del mal es
abismal, infinita es la realidad del Amor que lo ha atravesado, llegando hasta
el sepulcro y los infiernos, asumiendo todo nuestro dolor para redimirlo, llevando
luz donde hay tinieblas, vida donde hay muerte, amor donde hay
odio”.
El Santo Padre explicó también que “Él
renunció a sí mismo por nosotros” y exclamó: “¡Cuánto nos cuesta a nosotros
renunciar a alguna cosa por él y por los otros!”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Querido parroquiano, recibe abundantes bendiciones de Dios. Por favor déjanos un comentario, tus sugerencias son nuestra principal guía. Gracia.