Bienvenidos a la página web oficial de "La Parroquia San Martín de Porres" perteneciente a la Paraguanera Diócesis de Punto Fijo, Estado Falcón, Venezuela, ubicada en la Urbanización Jorge Hernández de La Ciudad de Punto Fijo, integrada por las comunidades católicas de las urbanizaciones Jorge Hernandez, Santa Fe y Altamira de esta ciudad, es un medio informativo de carácter general para publicar las programaciones y actividades propias de la parroquia, con el fin de canalizar todas las manifestaciones de evangelización para así fomentar una cultura parroquial, de aporte, contribución y donativos de los parroquianos y devotos de San Martín de Porres, donde quiera que se encuentren, así como de la feligresía propia de la parroquia y el público en general, que puedan ser ofrecidos a la iglesia y la Fundación San Martín de Porres, institución parroquial encargada de canalizar las aportaciones destinadas a costear la definitiva conclusión del templo votivo a nuestro santo patrono, el mantenimiento y mejoras del complejo parroquial así como las obras sociales en las áreas de influencia de la parroquia; reuniendo a las familias cristianas en general del área limítrofe de influencia, y canalizar todo tipo de iniciativa de sus parroquianos.
Contactos: Sacristía +58.269.247.23.30 – sanmartindeporrespf@gmail.com – web master +58.0414.969.28.42
Cada 16 de diciembre se inicia la Novena de Navidad y comienza la cuenta regresiva para celebrar el nacimiento de Jesucristo.
En algunos países como Venezuela también se inician las llamadas ·Misas de aguinaldos·, realizadas durante las madrugadas de esta novena, en penitencia a ·La Familia de Nazaret, donde se cantan los villancicos y aguinaldos.
Aquí las oraciones para vivir intensamente estos 9 días en familia, el trabajo, la comunidad, grupo parroquial, etc.
Se recomienda rezar a la Santísima Virgen, a San José y al Niño Jesús, así como reflexionar con la meditación del día y cantar los llamados “gozos”.
Para acceder día por día a la Novena de Navidad, puede ingresar a:
Tiempo de adviento, inicio y final de año liturgico Catolico.
El Adviento es el tiempo de preparación para celebrar la Navidad y comienza cuatro domingos antes de esta fiesta. Además marca el inicio del Nuevo Año Litúrgico católico y este 2019 empezará el domingo 1 de diciembre.
Adviento viene del latín “ad-venio”, que quiere decir “venir, llegar”. Comienza el domingo más cercano a la fiesta de San Andrés Apóstol (30 de noviembre) y dura cuatro semanas.
El Adviento está dividido en dos partes: las primeras dos semanas sirven para meditar sobre la venida final del Señor, cuando ocurra el fin del mundo; mientras que las dos siguientes sirven para reflexionar concretamente sobre el nacimiento de Jesús y su irrupción en la historia del hombre en Navidad.
En los templos y casas se colocan las coronas de Adviento y se va encendiendo una vela por cada domingo. Asimismo, los ornamentos del sacerdote y los manteles del altar son de color morado como símbolo de preparación y penitencia.
Muchos católicos conocen del Adviento, pero tal vez las preocupaciones en el trabajo, los exámenes en la escuela, los ensayos con el coro o el teatro de Navidad, el armado del nacimiento o pesebre y la compra de regalos, hacen que se olvide el verdadero sentido de este tiempo.
Por ello, ACI Prensa ha preparado una sección especial con diversos recursos para vivir el Adviento, entre los que está cómo armar la corona y bendecirla, la liturgia familiar para cada domingo, videos, oraciones, imágenes, el Rosario de Adviento, reflexiones de San Juan Pablo II, etc.
"Yo
soy Rey. Para esto nací, para esto vine al mundo, para ser testigo de la
Verdad" (Jn 18, 36-37). Con la Solemnidad de Cristo Rey, la Iglesia
Católica concluye el Año Litúrgico recordando a los fieles y al mundo que nadie
y ninguna ley está por encima de Dios.
La Solemnidad fue instituida por el Papa Pío XI en 1925 y celebra
a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo que como pastor guía a su Iglesia
peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este Reino para
que pueda transformar el mundo en el cual peregrina.
La posibilidad de alcanzar el Reino de Dios fue establecida por
Jesucristo, al dejarnos el Espíritu Santo que nos concede las gracias
necesarias para lograr la Santidad y transformar el mundo en el amor. Ésa es la
misión que le dejó Jesús a la Iglesia al establecer su Reino.
1 Vinieron todas las tribus de Israel donde David a Hebrón y le
dijeron: «Mira: hueso tuyo y carne tuya somos nosotros.
2 Ya de antes, cuando Saúl era nuestro rey, eras tú el que
dirigías las entradas y salidas de Israel. Yahveh te ha dicho: Tú apacentarás a
mi pueblo Israel, tú serás el caudillo de Israel.»
3 Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel donde el rey, a
Hebrón. El rey David hizo un pacto con ellos en Hebrón, en presencia de Yahveh,
y ungieron a David como rey de Israel.
Salmo responsorial
Salmo 122:1-5
1 ¡Oh, qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la Casa de
Yahveh!
2 ¡Ya estamos, ya se posan nuestros pies en tus puertas,
Jerusalén!
3 Jerusalén, construida cual ciudad de compacta armonía,
4 a donde suben las tribus, las tribus de Yahveh, es para
Israel el motivo de dar gracias al nombre de Yahveh.
5 Porque allí están los tronos para el juicio, los tronos de la
casa de David.
Segunda lectura
Colosenses 1:12-20
12 gracias al Padre que os ha hecho aptos para participar en la
herencia de los santos en la luz.
13 El nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al
Reino del Hijo de su amor,
14 en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados.
15 El es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la
creación,
16 porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y
en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los
Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él,
17 él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su
consistencia.
18 El es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: El es el
Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en
todo,
19 pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud,
20 y reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando,
mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos.
Evangelio
Lucas 23:35-43
35 Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas
diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios,
el Elegido.»
36 También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le
ofrecían vinagre
37 y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!»
38 Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los
judíos.»
39 Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú
el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!»
40 Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a
Dios, tú que sufres la misma condena?
41 Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con
nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.»
42 Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu
Reino.»
43 Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el
Paraíso.»
Homilía
del Papa Francisco en Misa de Nagasaki Japón
El Papa Francisco celebró una Misa en el estadio de béisbol de
Nagasaki este domingo 24 de noviembre, Solemnidad de Cristo Rey, durante su
viaje apóstolico en Japón.
“Nagasaki lleva en su alma una herida difícil de curar, signo del
sufrimiento inexplicable de tantos inocentes; víctimas atropelladas por las
guerras de ayer pero que siguen sufriendo hoy en esta tercera guerra mundial a
pedazos. Alcemos nuestras voces aquí en una plegaria común por todos aquellos
que hoy están sufriendo en su carne este pecado que clama al cielo”, pidió el
Santo Padre.
A continuación, la homilía que pronunció el Papa Francisco:
“Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino” (Lc 23,42).
En este último domingo del año litúrgico unimos nuestras voces
a la del malhechor que, crucificado junto con Jesús, lo reconoció y lo
proclamó rey. Allí, en el momento menos triunfal y glorioso, bajo los gritos
de burlas y humillación, el bandido fue capaz de alzar la voz y realizar su
profesión de fe. Son las últimas palabras que Jesús escucha y, a su vez, son
las últimas palabras que Él dirige antes de entregarse a su Padre: “Yo te
aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23,43).
El pasado tortuoso del ladrón parece, por un instante, cobrar un
nuevo sentido: acompañar de cerca el suplicio del Señor; y este instante no
hace más que corroborar la vida del Señor: ofrecer siempre y en todas partes
la salvación. El calvario, lugar de desconcierto e injusticia, donde la
impotencia y la incomprensión se encuentran acompañadas por el murmullo y
cuchicheo indiferente y justificador de los burlones de turno ante la muerte
del inocente, se transforma, gracias a la actitud del buen ladrón, en una
palabra de esperanza para toda la humanidad. Las burlas y gritos de sálvate a
ti mismo frente al inocente sufriente no serán la última palabra; es más,
despertarán la voz de aquellos que se dejen tocar el corazón y se decidan por
la compasión como auténtica forma para construir la historia.
Hoy aquí queremos renovar nuestra fe y nuestro compromiso;
conocemos bien la historia de nuestras fallas, pecados y limitaciones, al igual
que el buen ladrón, pero no queremos que eso sea lo que determine o defina
nuestro presente y futuro. Sabemos que no son pocas las veces que podemos caer
en la atmósfera comodona del grito fácil e indiferente del “sálvate a ti
mismo”, y perder la memoria de lo que significa cargar con el sufrimiento de
tantos inocentes.
Estas tierras experimentaron, como pocas, la capacidad destructora
a la que puede llegar el ser humano. Por eso, como el buen ladrón, queremos
vivir ese instante donde poder levantar nuestras voces y profesar nuestra fe en
la defensa y el servicio del Señor, el Inocente sufriente. Queremos acompañar
su suplicio, sostener su soledad y abandono, y escuchar, una vez más, que la
salvación es la palabra que el Padre nos quiere ofrecer a todos: “Hoy estarás
conmigo en el Paraíso”. Salvación y certeza que testimoniaron valientemente
con su vida san Pablo Miki y sus compañeros, así como los miles de mártires
que jalonan su patrimonio espiritual. Sobre sus huellas queremos caminar, sobre
sus pasos queremos andar para profesar con valentía que el amor dado, entregado y celebrado
por Cristo en la cruz, es capaz de vencer sobre todo tipo de odio, egoísmo,
burla o evasión; es capaz de vencer sobre todo pesimismo
inoperante o bienestar narcotizante, que termina por paralizar cualquier buena
acción y elección.
Como nos lo recordaba el Concilio Vaticano II, lejos están de la
verdad quienes sabiendo que nosotros no tenemos aquí una ciudad permanente,
sino que buscamos la futura, piensan que por ello podemos descuidar nuestros
deberes terrenos, no advirtiendo que, precisamente, por esa misma fe profesada
estamos obligados a realizarlos de una manera tal que den cuenta y
transparenten la nobleza de la vocación con la que hemos sido llamados (cf.
Const. past. Gaudium et spes, 43).
Nuestra fe es en el Dios de los Vivientes. Cristo está vivo y
actúa en medio nuestro, conduciéndonos a todos hacia
la plenitud de vida. Él está vivo y nos quiere vivos, es nuestra esperanza
(cf. Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 1). Lo imploramos cada día: venga a
nosotros tu Reino, Señor. Y al hacerlo queremos también que nuestra vida y
nuestras acciones se vuelvan una alabanza. Si nuestra misión como discípulos
misioneros es la de ser testigos y heraldos de lo que vendrá, no podemos
resignarnos ante el mal y los males, sino que nos impulsa a ser levadura de su Reino dondequiera
que estemos: familia, trabajo, sociedad; ser una pequeña
abertura en la que el Espíritu siga soplando esperanza entre los pueblos.
El Reino de los cielos es nuestra meta común, una meta que no
puede ser solo para el mañana, sino que la imploramos y la comenzamos a vivir
hoy, al lado de la indiferencia que rodea y silencia tantas veces a nuestros
enfermos y discapacitados, a los ancianos y abandonados, a los refugiados y
trabajadores extranjeros: todos ellos sacramento vivo de Cristo, nuestro Rey
(cf. Mt 25,31-46); porque “si verdaderamente hemos partido de la contemplación
de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos
con los que él mismo ha querido identificarse” (S. Juan Pablo II, Carta ap.
Novo millennio ineunte, 49).
En el Calvario, muchas voces callaban, tantas otras se burlaban,
tan solo la del ladrón fue capaz de alzarse y defender al inocente sufriente;
toda una valiente profesión de fe. Está en cada uno de nosotros la decisión
de callar, burlar o profetizar.
Queridos hermanos: Nagasaki
lleva en su alma una herida difícil de curar, signo del
sufrimiento inexplicable de tantos inocentes; víctimas atropelladas por las
guerras de ayer pero que siguen sufriendo hoy en esta tercera guerra mundial a
pedazos. Alcemos nuestras voces aquí en una plegaria común por todos aquellos
que hoy están sufriendo en su carne este pecado que clama al cielo, y para que
cada vez sean más los que, como el buen ladrón, sean capaces de no callar ni
burlarse, sino con su voz profetizar un reino de verdad y justicia, de santidad
y gracia, de amor y de paz.
Pelicula San Francisco de Asís - vida y ejemplo - completa
San Francisco de Asís (en italiano San Francesco d’Assisi, nacido Giovanni di Pietro Bernardone; Asís, 1181/118-ibidem, 3 de octubre de 1226) es un santoumbro (italiano), diácono, y fundad or de la Orden Franciscana, de una segunda orden conocida como Hermanas Clarisas y una tercera conocida como tercera orden seglar, todas surgidas bajo la autoridad de la Iglesia católica en la Edad Media. Destaca como una de las grandes figuras de la espiritualidad en la historia de la cristianidad.
De ser hijo de un rico comerciante de la ciudad en su juventud, pasó a vivir bajo la más estricta pobreza y observancia de los Evangelios. En Egipto, intentó infructuosamente la conversión de los musulmanes al cristianismo. Su vida religiosa fue austera y simple, por lo que animaba a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Tal forma de vivir no fue aceptada por algunos de los nuevos miembros de la orden mientras ésta crecía; aun así, Francisco no fue reticente a una reorganización. Es el primer caso conocido en la historia de estigmatizaciones visibles y externas. Fue canonizado por la Iglesia católica en 1228, y su festividad se celebra el 4 de octubre. En italiano es conocido también como il poverello d'Assisi, es decir, 'el pobrecillo de Asís'.
Vitral del venerable en Isnotú, su pueblo natal en Trujillo, Venezuela
.
El Administrador Apostólico
de Caracas y Arzobispo de Mérida (Venezuela), Cardenal Baltazar Porras, se
pronunció en redes sociales sobre el rumor de una inminente beatificación del
venerable médico venezolano José Gregorio Hernández.
A través de Twitter, el
Cardenal Porras advirtió que “la ingenuidad es mala compañera. No todo lo que
llega se debe aceptar sin más”.
La ingenuidad es mala
compañera. No todo lo que llega se debe aceptar sin más. El anuncio de la
beatificación de JGH lo dará oficialmente el Vaticano y no ningún particular.
Discernir es importante para no dejarnos manipular como dóciles borregos. #laiglesiaestuvoz
En los últimos días, a
través de redes sociales se difundió el bulo de que el Papa Francisco habría
aprobado la beatificación de José Gregorio Hernández, y que la ceremonia se
realizará en septiembre de este año
La periodista
italo-venezolana Marinellys Tremamunno precisó por su parte que “como
periodista acreditada ante el Vaticano aclaro que no existe comunicación
oficial de parte del Papa Francisco que haya confirmado el milagro que falta
para que el Dr. José Gregorio Hernández sea beatificado”.
#FakeNews Como
periodista acreditada ante el #Vaticano aclaro que
no existe comunicación oficial de parte del #PapaFrancisco
que haya confirmado el milagro que falta para que el Dr. José Gregorio
Hernández sea beatificado y la Madre Teresa de Calcuta es santa desde 2016
sábado, 24 de agosto de 2019
La Catedral de Orvieto en Italia custodia uno de los milagros
eucarísticos más importantes en la historia de la Iglesia y que motivó que el
Papa Urbano IV instituyera la Solemnidad del Corpus Christi.
A mediados del siglo XIII, el P. Pedro de Praga dudaba de la
presencia de Cristo en la Eucaristía y realizó una peregrinación a Roma para
rogar sobre la tumba de San Pedro una gracia de fe.
A su regreso, mientras celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la cripta
de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró y manchó el corporal con la
preciosísima sangre.
La noticia llegó rápidamente al Papa Urbano IV, que se encontraba
muy cerca en Orvieto, y pidió que le trajeran el corporal. La venerada reliquia
fue llevada en procesión y se dice que el Pontífice, al ver el milagro, se
arrodilló frente al corporal y luego se lo mostró a la población.
Más adelante, el Santo Padre publicó la bula “Transiturus”, con la que ordenó
que se celebrara la Solemnidad del Corpus Christi en toda la Iglesia el jueves
después del domingo de la Santísima Trinidad.
Asimismo, el Papa Urbano IV encomendó a Santo Tomás de Aquino la
preparación de un oficio litúrgico para la fiesta y la composición de himnos,
que se entonan hasta el día de hoy como el Tantum Ergo.
La santa reliquia se conserva en la Catedral de Orvieto y se puede
apreciar en una capilla edificada en honor a este milagro Eucarístico. El
corporal sale en procesión cada año durante la Solemnidad del Corpus Christi y
preside las celebraciones Eucarísticas en la Catedral.
San Juan Pablo II, durante su visita a la Catedral de Orvieto en
1990, señaló que “Jesús se ha convertido en nuestro alimento espiritual para
proclamar la soberana dignidad del hombre, para reivindicar sus derechos y sus
justas exigencias, para transmitirle el secreto de la victoria definitiva sobre
el mal y la comunión eterna con Dios”
La Catedral de Orvieto en Italia custodia uno de los milagros
eucarísticos más importantes en la historia de la Iglesia y que motivó que el
Papa Urbano IV instituyera la Solemnidad del Corpus Christi.
A mediados del siglo XIII, el P. Pedro de Praga dudaba de la
presencia de Cristo en la Eucaristía y realizó una peregrinación a Roma para
rogar sobre la tumba de San Pedro una gracia de fe.
A su regreso, mientras celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la cripta
de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró y manchó el corporal con la
preciosísima sangre.
La noticia llegó rápidamente al Papa Urbano IV, que se encontraba
muy cerca en Orvieto, y pidió que le trajeran el corporal. La venerada reliquia
fue llevada en procesión y se dice que el Pontífice, al ver el milagro, se
arrodilló frente al corporal y luego se lo mostró a la población.
Más adelante, el Santo Padre publicó la bula “Transiturus”, con la que ordenó
que se celebrara la Solemnidad del Corpus Christi en toda la Iglesia el jueves
después del domingo de la Santísima Trinidad.
Asimismo, el Papa Urbano IV encomendó a Santo Tomás de Aquino la
preparación de un oficio litúrgico para la fiesta y la composición de himnos,
que se entonan hasta el día de hoy como el Tantum Ergo.
La santa reliquia se conserva en la Catedral de Orvieto y se puede
apreciar en una capilla edificada en honor a este milagro Eucarístico. El
corporal sale en procesión cada año durante la Solemnidad del Corpus Christi y
preside las celebraciones Eucarísticas en la Catedral.
San Juan Pablo II, durante su visita a la Catedral de Orvieto en 1990,
señaló que “Jesús se ha convertido en nuestro alimento espiritual para
proclamar la soberana dignidad del hombre, para reivindicar sus derechos y sus
justas exigencias, para transmitirle el secreto de la victoria definitiva sobre
el mal y la comunión eterna con Dios”
La Iglesia siempre ha destacado la presencia real del Señor en el Sacramento de la Eucaristía y durante siglos ha animado a amar este gran milagro del amor de Dios.
A continuación, 10 consejos de los santos sobre la Eucaristía:
1. San Francisco de Asís
"Cuando no puedo asistir a la Santa Misa, adoro el Cuerpo de Cristo con los ojos del espíritu en la oración, lo mismo que le adoro cuando le veo en la Misa”.
2. San Alfonso María de Ligorio
"Tened por cierto el tiempo que empleéis con devoción delante de este divinísimo Sacramento, será el tiempo que más bien os reportará en esta vida y más os consolará en vuestra muerte y en la eternidad. Y sabed que acaso ganaréis más en un cuarto de hora de adoración en la presencia de Jesús Sacramentado que en todos los demás ejercicios espirituales del día”.
3. San Francisco de Sales
"La oración, unida con ese divino sacrificio de la Misa, tiene una fuerza indecible; de modo que por este medio abunda el alma de celestiales favores como apoyada sobre su Amado".
4. San Luis María Griñón de Monfort
"Antes de la Comunión... suplica a esta bondadosa Madre que te preste su corazón para recibir en él a su Hijo con sus propias disposiciones”.
5. Santa Teresa de Jesús (o de Ávila)
"Acabando de recibir al Señor, pues tenéis la misma persona delante, procurad cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma, y miraros al corazón”.
6.- El Cura de Ars, San Juan María Vianney
“Si supiéramos el valor del santo sacrificio de la Misa, qué esfuerzo tan grande haríamos por asistir a ella”.
7. Santa Teresita de Lisieux
“Recordé haber oído decir que el día de la primera comunión se alcanzaba todo lo que se pedía. Aquel pensamiento me consoló y, aunque todavía no tenía más que seis años, me dije para mí: ‘el día de mi primera comunión rezaré por mi pobre’”.
8. San Juan Pablo II
“Queridos hermanos y hermanas: debemos sentirnos interpelados por las necesidades de tantos hermanos. No podemos cerrar el corazón a sus peticiones de ayuda. Y tampoco podemos olvidar que ‘no solo de pan vive el hombre’. Necesitamos el ‘pan vivo bajado del cielo’. Este pan es Jesús. Alimentarnos de él significa recibir la vida misma de Dios, abriéndonos a la lógica del amor y del compartir”.
9. Santa Catalina de Siena
“¡Oh Caridad inestimable! Te quedaste con nosotros como alimento, mientras somos peregrinos en esta tierra, para que no desfallezcamos por el cansancio, sino que fortalecidos por ti, alimento celestial, sigamos el camino”.
10. Don Bosco (San Juan Bosco)
“Queridos jóvenes, ¿queremos estar contentos y alegres? Amemos con todo el corazón a Jesús Sacramentado".
La Iglesia siempre ha destacado la presencia real del Señor en el
Sacramento de la Eucaristía y durante siglos ha animado a amar este gran
milagro del amor de Dios.
A continuación, 10
consejos de los santos sobre la Eucaristía:
1. San Francisco
de Asís
"Cuando no puedo
asistir a la Santa Misa, adoro el Cuerpo de Cristo con los ojos del espíritu en
la oración, lo mismo que le adoro cuando le veo en la Misa”.
2. San Alfonso
María de Ligorio
"Tened por
cierto el tiempo que empleéis con devoción delante de este divinísimo
Sacramento, será el tiempo que más bien os reportará en esta vida y más os
consolará en vuestra muerte y en la eternidad. Y sabed que acaso ganaréis más
en un cuarto de hora de adoración en la presencia de Jesús Sacramentado que en
todos los demás ejercicios espirituales del día”.
3. San Francisco
de Sales
"La oración,
unida con ese divino sacrificio de la Misa, tiene una fuerza indecible; de modo
que por este medio abunda el alma de celestiales favores como apoyada sobre su
Amado".
4. San Luis
María Griñón de Monfort
"Antes de la
Comunión... suplica a esta bondadosa Madre que te preste su corazón para
recibir en él a su Hijo con sus propias disposiciones”.
5. Santa Teresa de
Jesús (o de Ávila)
"Acabando de
recibir al Señor, pues tenéis la misma persona delante, procurad cerrar los
ojos del cuerpo y abrir los del alma, y miraros al corazón”.
6.- El Cura de Ars,
San Juan María Vianney
“Si supiéramos el
valor del santo sacrificio de la Misa, qué esfuerzo tan grande haríamos por
asistir a ella”.
7. Santa Teresita de
Lisieux
“Recordé haber oído
decir que el día de la primera comunión se alcanzaba todo lo que se pedía.
Aquel pensamiento me consoló y, aunque todavía no tenía más que seis años, me
dije para mí: ‘el día de mi primera comunión rezaré por mi pobre’”.
8. San Juan Pablo II
“Queridos hermanos y
hermanas: debemos sentirnos interpelados por las necesidades de tantos
hermanos. No podemos cerrar el corazón a sus peticiones de ayuda. Y tampoco
podemos olvidar que ‘no solo de pan vive el hombre’. Necesitamos el ‘pan vivo
bajado del cielo’. Este pan es Jesús. Alimentarnos de él significa recibir la
vida misma de Dios, abriéndonos a la lógica del amor y del compartir”.
9. Santa Catalina de
Siena
“¡Oh Caridad
inestimable! Te quedaste con nosotros como alimento, mientras somos peregrinos
en esta tierra, para que no desfallezcamos por el cansancio, sino que
fortalecidos por ti, alimento celestial, sigamos el camino”.
10. Don Bosco (San
Juan Bosco)
“Queridos jóvenes,
¿queremos estar contentos y alegres? Amemos con todo el corazón a Jesús
Sacramentado".
La Catedral de Orvieto en Italia custodia uno de los milagros eucarísticos más importantes en la historia de la Iglesia y que motivó que el Papa Urbano IV instituyera la Solemnidad del Corpus Christi.
A mediados del siglo XIII, el P. Pedro de Praga dudaba de la presencia de Cristo en la Eucaristía y realizó una peregrinación a Roma para rogar sobre la tumba de San Pedro una gracia de fe.
A su regreso, mientras celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la cripta de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró y manchó el corporal con la preciosísima sangre.
La noticia llegó rápidamente al Papa Urbano IV, que se encontraba muy cerca en Orvieto, y pidió que le trajeran el corporal. La venerada reliquia fue llevada en procesión y se dice que el Pontífice, al ver el milagro, se arrodilló frente al corporal y luego se lo mostró a la población.
Más adelante, el Santo Padre publicó la bula “Transiturus”, con la que ordenó que se celebrara la Solemnidad del Corpus Christi en toda la Iglesia el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad.
Asimismo, el Papa Urbano IV encomendó a Santo Tomás de Aquino la preparación de un oficio litúrgico para la fiesta y la composición de himnos, que se entonan hasta el día de hoy como el Tantum Ergo.
La santa reliquia se conserva en la Catedral de Orvieto y se puede apreciar en una capilla edificada en honor a este milagro Eucarístico. El corporal sale en procesión cada año durante la Solemnidad del Corpus Christi y preside las celebraciones Eucarísticas en la Catedral.
San Juan Pablo II, durante su visita a la Catedral de Orvieto en 1990, señaló que “Jesús se ha convertido en nuestro alimento espiritual para proclamar la soberana dignidad del hombre, para reivindicar sus derechos y sus justas exigencias, para transmitirle el secreto de la victoria definitiva sobre el mal y la comunión eterna con Dios”
A lo largo de los siglos, la Iglesia y los santos han
animado a los fieles a amar la Eucaristía e incluso hay quienes han dado su
vida por protegerla. En la Solemnidad del “Corpus Christi” te presentamos 10
cosas que todo cristiano debe saber en torno a este gran milagro.
1. Jesús instituyó la Eucaristía
Jesús reunido con sus apóstoles en la Última Cena instituyó
el sacramento de la Eucaristía: “Tomen y coman; esto es mi cuerpo…” (Mt, 26,
26-28). De esta manera hizo partícipes de su sacerdocio a los apóstoles y les
mandó que hicieran lo mismo en memoria suya.
2. Eucaristía significa "acción de gracias"
La palabra Eucaristía, derivada del griego εὐχαριστία
(eucharistía), significa "Acción de gracias" y se aplica a este
sacramento porque nuestro Señor dio gracias a su Padre cuando la instituyó.
Además, porque el Santo Sacrificio de la Misa es el mejor medio de dar gracias
a Dios por sus beneficios.
3. Cristo se encuentra de forma íntegra en el Sacramento del
Altar
El Concilio de Trento (siglo XVI) define claramente:
"En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y
sustancialmente el Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo, juntamente con
su Alma y Divinidad. En realidad Cristo íntegramente". Asimismo, en el
Derecho Canónico de la Iglesia ninguna otra festividad recibe tanta atención
como la Solemnidad del Corpus Christi.
4. Los sucesores de los apóstoles convierten el pan y el
vino en Cuerpo y Sangre de Cristo
En la Santa Misa, los obispos y sacerdotes convierten
realmente el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo durante la
consagración; el proceso es llamado Transubstanciación. La Solemnidad del
Corpus Christi es una de las cinco ocasiones en el año en que un Obispo no
puede estar fuera de su diócesis, salvo por una urgente y grave razón.
5. Se debe recibir la Eucaristía al menos una vez al año
La Comunión es recibir a Jesucristo sacramentado en la
Eucaristía. La Iglesia manda comulgar al menos una vez al año, en estado de
gracia, y recomienda la comunión frecuente. Es muy importante recibir la
Primera Comunión cuando se llega al uso de razón, con la debida preparación.
6. Para comulgar se necesita del ayuno eucarístico y
confesarse
El ayuno eucarístico consiste en abstenerse de tomar
cualquier alimento o bebida, al menos desde una hora antes de la Sagrada
Comunión, a excepción del agua y las medicinas. Los enfermos y sus asistentes
pueden comulgar aunque hayan tomado algo en la hora inmediatamente anterior. El
que comulga en pecado mortal comete un grave pecado llamado sacrilegio. El que
desea comulgar y está en pecado mortal no puede recibir la Comunión sin haber
acudido antes al sacramento de la Penitencia, pues no basta el acto de
contrición.
7. Es mandamiento de la Iglesia asistir a Misa domingos y
días de precepto
Frecuentar la Santa Misa es un acto de amor a Dios que debe
brotar naturalmente de cada cristiano. Es también obligatorio asistir los
domingos y feriados religiosos de precepto, a menos que se esté impedido por
una causa grave.
8. La Eucaristía es alimento espiritual para enfermos y
agonizantes
La Eucaristía en el Sagrario es un signo por el cual Nuestro
Señor está constantemente presente en medio de su pueblo y es alimento
espiritual para enfermos y moribundos. Se le debe agradecimiento, adoración y
devoción a la real presencia de Cristo reservado en el Santísimo Sacramento.
9. La fiesta del Corpus Christi se celebra el jueves
posterior al domingo de la Santísima Trinidad
La Solemnidad del Corpus Christi fue establecida en 1246 por
el Obispo Roberto de Thorete y a sugerencia de Santa Juliana de Mont Cornillon.
Después del milagro eucarístico de Bolsena, a mediados del Siglo XIII, el Papa
Urbano IV expandió esta celebración a toda la Iglesia Universal en 1264 con la
bula “Transiturus”, fijándola para el jueves posterior al domingo de la
Santísima Trinidad. El Pontífice encomendó a Santo Tomás de Aquino que
compusiera un oficio litúrgico propio e himnos que se entonan hasta nuestros días.
10. También es posible celebrarla el domingo posterior a la
Santísima Trinidad
En el Vaticano, el Corpus Christi se celebra el jueves
después de la Solemnidad de la Santísima Trinidad. Mientras que en varias
diócesis se traslada al domingo posterior a la Santísima Trinidad por una
cuestión pastoral. El Papa San Juan Pablo II fue quien llevó la procesión anual
del Corpus Christi de la Plaza de San Pedro a las calles de Roma.